Por la presente afirmo que mi contribución económica al Comité Coordinador Mundial Tamil (WTCC) se hizo de forma voluntaria. Lo hice para ayudar a mis hermanas y hermanos que sufrieron una ofensiva militar genocida en nuestra patria. Rechazo la acusación realizada por la Procuraduría General de Suiza y propagada en los medios de comunicación suizos: afirman que al apoyar a mi pueblo, contribuí a prolongar la guerra y, por lo tanto, me acusan de ser culpable de la muerte de mis propias hermanas y hermanos. ¿Sería una mujer que se resiste a una violación responsable de las lesiones resultantes de esa resistencia?
Rechazo también la idea de que el movimiento de resistencia tamil haya sido el instigador de la violencia en la isla. Por el contrario, los tamiles sufrimos durante muchos años la destrucción de nuestros derechos lingüísticos, nuestros derechos educativos, la colonización de nuestra tierra, la quema de nuestras bibliotecas y todas las formas concebibles de discriminación racial, sin recurrir a la violencia. Solo después de tres décadas de protestas no violentas se encontraron con una violencia estatal tan extrema y pogromos raciales que nació la resistencia armada. Cuando los tamiles votaron en las elecciones parlamentarias en 1977 pidiendo el autogobierno en nuestra patria en el norte y el este de la isla, la violencia contra nosotros experimentó una escalada a proporciones genocidas. Durante los años 80 y 90 el movimiento de resistencia armada Tamil protegió nuestra propia existencia como pueblo.
Durante dos décadas de terrible guerra, unos cien mil tamiles murieron y cientos de miles más huyeron a países de todo el mundo. Como parte de esta diáspora, como víctima de la guerra que ha encontrado la paz, mi más profundo deseo era una paz justa para mis hermanos y hermanas que hemos dejado atrás. Entonces, a finales del pasado siglo veinte, cuando nuestro movimiento de resistencia alcanzó la paridad militar con el estado de Sri Lanka e inició un cese del fuego unilateral, yo, como la mayoría de la diáspora, me llené de alegría. En febrero de 2002, cuando el gobierno de Sri Lanka finalmente respondió positivamente a este alto el fuego, comenzó el proceso de paz. Nos sentimos especialmente orgullosos del Gobierno Suizo y del firme apoyo de la Unión Europea al proceso de paz. Hasta entonces, las potencias internacionales (algunas activamente y otras de forma pasiva) habían apoyado exclusivamente a una de las partes del conflicto: la del estado de Sri Lanka y su estructura unitaria. Sin las acciones enérgicas de una parte de la comunidad internacional para rechazar esta posición y ofrecer un “reconocimiento paritario” a ambas partes, el proceso de paz ni siquiera habría comenzado. Al proclamar que no había una solución militar, esa parte de la comunidad internacional estaba alentando a los cingaleses y los tamiles a trabajar en un plan en el que pudieran compartir la soberanía en esta hermosa isla, exclusivamente mediante negociaciones.
Hemos promovido la paz, no la guerra
El proceso de paz fue un período de inmensa esperanza para todos nosotros en la Diáspora. Pudimos visitar nuestro país y nos complació mucho ayudar a reconstruir lo que había sido destruido por varias décadas de guerra. Pero justo cuando los tamiles y los cingaleses se daban la mano sobre la mesa de negociaciones, el mundo avanzaba hacia la guerra. Los “copresidentes” internacionales del proceso de paz estaban profundamente divididos sobre el tema de la guerra de Iraq. Esto influyó en el proceso de paz de Sri Lanka. La invasión de Iraq había puesto de relieve la importancia estratégica de parte de nuestra tierra natal, el puerto de Trincomalee en el este de la isla. Los tamiles y nuestro movimiento de resistencia siempre hemos apoyado que el Océano Índico sea una zona de paz y nos oponíamos a que cualquier potencia extranjera utilizara nuestro territorio con fines militares. Pero el eje de Estados Unidos / Reino Unido sabía que como aliado a largo plazo el estado de Sri Lanka iba a ser más colaborador. Nos horrorizó presenciar como EE. UU. y el Reino Unido tomaron medidas pensadas para desmantelar el proceso de paz. Estas medidas terminaron con la Unión Europea ilegalizando y proscribiendo a los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE), lo que socavó fatalmente el proceso de paz. Previamente los había reconocido con el estatus de parte beligerante legítima. Como reconoció el jefe de la “Misión de Control de Sri Lanka”, el general de división sueco Ulf Henricsson, la decisión de prohibir al LTTE por parte de la UE se logró mediante una “presión enorme por parte de los EE. UU. y el Reino Unido” e ignorando los procedimientos democráticos de la UE para estos casos. La decisión se tomó en las ‘cafeterías de Bruselas’.
Sé que la Diáspora Tamil en Suiza y en los países de la UE celebró manifestaciones masivas en Bruselas y en otras ciudades europeas para exigir que la UE se mantuviera firme contra el intento de los Estados Unidos y el Reino Unido de destruir el proceso de paz. Pero nuestros esfuerzos por mantener ese proceso de paz no tuvieron éxito. La prohibición del LTTE reforzó drásticamente el lado de los políticos favorables a la guerra en la sociedad cingalesa, ya que pudieron argumentar que esa decisión de la UE demostraba la falta de apoyo a las negociaciones de paz dentro de la comunidad internacional, lo que marcó la victoria de las políticas de los EE.UU. y del Reino Unido. Esto a su vez condujo a la elección de Rajapaksa como presidente de Sri Lanka y en 2007 ese presidente firmó un ‘Acuerdo de acceso y servicio cruzado’ con el gobierno de los Estados Unidos para permitirles utilizar el puerto de Trincomalee con fines militares. La guerra contra nuestro pueblo comenzó ese mismo año, en el este de la isla, y el ejército de Sri Lanka, entrenado por los EE.UU., lanzó una terrible ofensiva contra nuestro pueblo. Según un equipo de la ONU designado por Ban Ki Moon, 70,000 personas tamiles fueron asesinadas por las fuerzas armadas de Sri Lanka durante los últimos meses de la guerra que terminó el 18 de mayo de 2009.
Creo profundamente que no fue el lado tamil el que rompió la paz e inició la guerra en 2007. La diáspora tamil en Suiza realizó enormes esfuerzos para reconstruir las infraestructuras devastadas por la guerra y proporcionar asistencia humanitaria durante el período 2002-2007. Lo último que queríamos era poner en peligro todo lo que habíamos ayudado a construir. Nosotros y nuestros hermanos y hermanas que perecieron somos las víctimas de la guerra y no sus instigadores.
Insto a las autoridades suizas a que no utilicen la prohibición de los LTTE de la UE como guía en el enjuiciamiento de los miembros del WTCC. Esa prohibición por parte de la UE tuvo un papel clave en socavar el proceso de paz y en establecer las condiciones para la terrible guerra. La prohibición de la UE se materializó debido a la coacción. Eso se convirtió en una parte importante del problema, y además fue tremendamente injusto. Suiza debería continuar con la postura imparcial que tomó hacia los tamiles al comienzo de las conversaciones de paz.
Los nombres y los detalles de los contactos de aquellas personas que firman esta petición sólo los veran los tribunales suizos y se manejarán con total confidencialidad por la organización de DD.HH. IMRV Bremen y por las organizaciones que monitorizan esta petición.
Internationaler Menschenrechtsverein Bremen e.V (Asociación Internacional para los Derechos Humanos Bremen)
IMRV Bremen, Kornstr. 31
28201 Bremen, Alemania.
Fax: 0049 421 68 437 884, email: imrvbremen@gmail.com, www.humanrights.de
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